Cuando mantenemos un ritmo respiratorio circular y conectado durante un periodo determinado de tiempo ¡empieza la magia! ya que es entonces cuando se inicia el ciclo energético.
En ese momento nuestra respiración deja de ser únicamente el aire que nos recorre y pasamos a respirar energía. Esta se expande a través del cuerpo, y permite a las memorias celulares y emocionales -largo tiempo retenidas y sostenidas- salir a la luz de la consciencia para ser integradas de forma saludable.
Este hecho es de capital importancia, ya que nos permite disponer de mayor energía en nuestro día a día y liberar patrones de comportamiento que no nos eran favorables y limitaban nuestro desarrollo y apertura a la vida.