Soy madre de tres hijos y vivo con un ahijado, todo chicos. Ahora mismo: un joven, un adolescente, un preadolescente y un niño.
Soy una mujer exigente y perfeccionista y el mantra que me acompañó durante muchos años era: «no solo de deben hacer todas las cosas si no que deben hacerse siempre bien«, esta mirada me llevaba a vivir con un agotamiento constante…
Y la vida me paró con un cáncer de pecho, que superé con un gran aprendizaje de vida. Este, me hizo sentir que renacía con una nueva visión de mi vida y de mi misma. Me reconcilié con mi feminidad y descubrí mi sabiduría como mujer. Empezé un viaje a través de mi feminidad que me transformó y que da sentido a mi vida.